Bueno, en realidad volví a bs.as, las obligaciones, la vida real... y me colgué, pero el viaje no terminó en Palenque.
Siguió, como este relato, que también sigue, en Campeche, que fue el siguiente destino y que también fue el primer parteaguas en mi estilo de viaje.
Hasta Palenque entablé conversación con bastante gente, canadienses, americanos, mexicanos varios, un argentino, una india, intercambié direcciones de mail. Tenía ganas de charlar, de compartir, de escuchar y también de contar.
Como este canadiense que estaba pre-retirado y dividía su vida por estaciones: trabajaba los 3 meses de verano en canadá, descansaba los 3 meses de otoño también en canadá y en invierno, cuando el frío se hace insoportable en su ciudad- viajaba con su esposa por otros tres meses, los de invierno, para volver en primavera, a descansar del viaje? antes del trabajo estival. Este año habían elegido méxico y guatemala, pero también habían estado en argentina y en china (pero no tres meses porque era muy caro).
O este chico argentino, músico, que tenía una banda con unos amigos (nueve integrantes en total!) y llevaba algunos de sus discos encima. El remisero le pidió el cd de regalo y él no pudo negarse, así que a mí me tocó el librito. Chau Pekín se llamaba la banda.
O varias señoras gringas (americanas o canadienses tal vez?) de mínimo, pero mínimo, eh, 80 años, pelo blanco, frentes, sienes y manos bien arrugadas pero mejillas lisitas (como tenía mi abuela) con sus pantalones de montaña bien ajustados con cinturones por arriba de la cintura, sus zapatillotas blancas moviéndose en micro de un lado para otro... en méxico! Mis respetos a esas señoras.
O el ingeniero de baja california, guapísimo él, que viajó 4 horas de ida a toniná para llegar al sitio arqueológico cuando estaba cerrando, rogó que lo dejaran entrar aunque sea 15 minutos para llenarse la vista del lugar y volvió a pasar otras 4 horas en la ruta de vuelta a san cristobal. Estaba fascinado con el méxico de chiapas, de raíces tan profundas, porque en su tierra natal las influencias del estilo de vida americano son tan grandes que en ocasiones se olvida uno que está en méxico.
Y así más historias. Algunas atractivas, otras no. Pero, para mí, siempre interesantes por el sólo hecho de ser historias de vida ajenas, conocer estilos de vida distintos, detectar diferencias culturales. Sorprenderme.
Sin embargo, a partir campeche, todo cambió. Tal vez quería disfrutar de los últimos días de soledad, antes de llegar a playa del carmen, donde me esperaban mis amigas? no sé, el hecho es que desde este punto en adelante, busqué el silencio. Y en campeche, sin duda, lo encontré.