No voy mucho a la peluquería, no porque no me guste particularmente ir, de hecho todo el franeleo de cabeza y el manipuleo del pelo me resulta bastante agradable.
Sin embargo hay varias cosas que siempre me conflictuan cuando voy a la peluquería.
La primera es que me cuesta hacerme entender con los peluqueros, es como si habláramos idiomas distintos. Tampoco ayuda mucho nunca tener mucha idea de qué es lo que quiero hacerme, y como siempre dudo que el peluquero me haya entendido -aunque que en vano haya tratado de transmitirle mi intención en mi idioma no peluqueril- finalmente termino diciéndole que haga lo que quiera con las esperables consecuencias que eso acarrea, claro está.
La segunda es que por más que pregunte de antemano el precio de lo que me voy a hacer nunca tengo muy claro qué está incluido en ese precio que me dijeron y qué no. Si te lavan la cabeza, estará incluido? si te ofrecen una ampollita protectora, estará incluido? si se ofrecen a secarte el pelo, estará incluido?
En una época preguntaba todo el tiempo cuánto me iba a costar todo, ahora en general tiendo a rechazar todo ofrecimiento, por si acaso, aunque aun así siempre me enganchan con algo.
La tercera es lo espantosa que me veo en los espejos de las peluquerías, no sé si será la luz, o las batas que te dan, pero la visión nunca es demasiado alentadora. Será para que te veas mejor cuando te sacan todos los chirimbolos y te parás del sillón en el que estuviste clavada como 3 horas?
Todo esto viene a colación porque ayer fui a la pelu y como era de esperar, las tres cosas me volvieron a pasar:
el espejo me mostró una papada no deseada
salí más rubia de lo esperado
y obviamente pagué más de lo estimado !!!!
miércoles, 30 de septiembre de 2009
lunes, 28 de septiembre de 2009
Tuve una revelación
NO SOY AUTODIDACTA.
Nunca lo fui y probablemente nunca lo sea.
No me sale aprender sola
Necesito guía, profesor, compañeros, fechas, pautas.
Es bueno saberlo, así no espero de mí cosas que me fascinan en los demás pero que básicamente no están en mi naturaleza.
Nunca lo fui y probablemente nunca lo sea.
No me sale aprender sola
Necesito guía, profesor, compañeros, fechas, pautas.
Es bueno saberlo, así no espero de mí cosas que me fascinan en los demás pero que básicamente no están en mi naturaleza.
sábado, 26 de septiembre de 2009
Llegada
Me contó inacito que alguien dijo alguna vez algo así como que lo malo de viajar en avión es que el cuerpo llega a destino antes que el espíritu.
Mi cuerpo llegó al df anoche.
Creo que recién hoy a la mañana se reencontró con mi espíritu.
Ahora que estamos los tres juntos me siento completa.
Mi cuerpo llegó al df anoche.
Creo que recién hoy a la mañana se reencontró con mi espíritu.
Ahora que estamos los tres juntos me siento completa.
martes, 22 de septiembre de 2009
martes, 15 de septiembre de 2009
Tigre de mis amores
Continuando con la tradición iniciada hace ya 5 años, el domingo pasado nos fuimos de éspa (spá para los no mendocinos) con mis grandes amigas valu y mercedes.
El destino elegido - debo reconocer que por mí esta vez- mi adorado tigre.
Hicimos casi todo lo que se hace en el tigre y muy poco de lo que se hace en un spá: madrugamos, tomamos el tren, tomamos la lancha colectivo bien tempranito, nos echamos en cuanto llegamos, tomamos mate, tomamos sol, comimos asado (bastante feúcho el pobre), paseamos en canoa por el canal (con ciertos problemillas de dirección al principio que nos hicieron entablar estrecho contacto con los juncos... y reirnos mucho también)
volvimos a tomar mate y hablamos hablamos hablamos.
Nos faltó la siesta. Pero la reemplazamos con un masajito y un poco de jacuzzi(para hacer como que estábamos en un spa, donde claramente no había tal).
El día estuvo espléndido, desde el sol, hasta el lugar. Y yo volví a alucinar con el tigre como la primera vez.
Y hacia las seis de la tarde nos fuimos muy contentas para el muelle a esperar la última lancha que nos llevara de regreso a la civilización.
Sin embargo, no todo había terminado.
Se hicieron las seis y media en el muelle.
Y las siete.
Se hizo de noche.
Y la lancha no venía.
La ansiedad crecía y daba lugar al frío y al enojo.
Pasaron las siete y cuarto.
Las siete y veinte.
Llega un momento en que la ansiedad se desvanece y uno se entrega a lo que el porvenir depare.
Para valu y para mí eso sucedió como a las siete y media. Para merce, nunca.
Ocho menos cuarto.
Y nada.
Ocho menos diez.
Ocho menos cinco.
Finalmente como a eso de las ocho llegó la lancha y pudimos partir.
El tigre, en toda su sabiduría, me recordó que no todas son rosas en su lecho (pobres las chicas que ligaron la lección también, pero bué, así es la amistad, jeje)
Pero como el amor es ciego, a pesar de todo sigo convencida de que si tuviera plata me compraría una casa en el tigre (...eso sí, le agregaría una lancha).
El destino elegido - debo reconocer que por mí esta vez- mi adorado tigre.
Hicimos casi todo lo que se hace en el tigre y muy poco de lo que se hace en un spá: madrugamos, tomamos el tren, tomamos la lancha colectivo bien tempranito, nos echamos en cuanto llegamos, tomamos mate, tomamos sol, comimos asado (bastante feúcho el pobre), paseamos en canoa por el canal (con ciertos problemillas de dirección al principio que nos hicieron entablar estrecho contacto con los juncos... y reirnos mucho también)
volvimos a tomar mate y hablamos hablamos hablamos.
Nos faltó la siesta. Pero la reemplazamos con un masajito y un poco de jacuzzi(para hacer como que estábamos en un spa, donde claramente no había tal).
El día estuvo espléndido, desde el sol, hasta el lugar. Y yo volví a alucinar con el tigre como la primera vez.
Y hacia las seis de la tarde nos fuimos muy contentas para el muelle a esperar la última lancha que nos llevara de regreso a la civilización.
Sin embargo, no todo había terminado.
Se hicieron las seis y media en el muelle.
Y las siete.
Se hizo de noche.
Y la lancha no venía.
La ansiedad crecía y daba lugar al frío y al enojo.
Pasaron las siete y cuarto.
Las siete y veinte.
Llega un momento en que la ansiedad se desvanece y uno se entrega a lo que el porvenir depare.
Para valu y para mí eso sucedió como a las siete y media. Para merce, nunca.
Ocho menos cuarto.
Y nada.
Ocho menos diez.
Ocho menos cinco.
Finalmente como a eso de las ocho llegó la lancha y pudimos partir.
El tigre, en toda su sabiduría, me recordó que no todas son rosas en su lecho (pobres las chicas que ligaron la lección también, pero bué, así es la amistad, jeje)
Pero como el amor es ciego, a pesar de todo sigo convencida de que si tuviera plata me compraría una casa en el tigre (...eso sí, le agregaría una lancha).
domingo, 13 de septiembre de 2009
Pretextos
Sepan disculpar las pocas y pobres entradas de los últimos tiempos.
Tienen un justificativo válido, lógico, plausible.
Ahí va:
Me olvidé en méxico el cargador de batería de la compu.
Sin el cable no puedo recargar la batería.
Sin batería no tengo mi compu (incansable compañera)
Sin mi compu no tengo inspiración.
Sin inspiración no hay entrada que valga la pena.
Sin entrada que valga la pena no hay alfajorcitos de maicena.
(ya sé, ya sé, pero ven que lo del cargador no es una excusa ??!!)
Tienen un justificativo válido, lógico, plausible.
Ahí va:
Me olvidé en méxico el cargador de batería de la compu.
Sin el cable no puedo recargar la batería.
Sin batería no tengo mi compu (incansable compañera)
Sin mi compu no tengo inspiración.
Sin inspiración no hay entrada que valga la pena.
Sin entrada que valga la pena no hay alfajorcitos de maicena.
(ya sé, ya sé, pero ven que lo del cargador no es una excusa ??!!)
martes, 8 de septiembre de 2009
Ok, gracias
Muy linda la sensación de invierno, muy creíble, gracias por todo, ya lo entendí, me quedó clarísimo.
Ahora listo.
Este frío insportable es SUFICIENTE.
ENOUGH.
estamos?
Ahora listo.
Este frío insportable es SUFICIENTE.
ENOUGH.
estamos?
domingo, 6 de septiembre de 2009
Invierno
No soy una entusiasta del invierno, nunca fue mi estación favorita. Sin embargo sí me gusta la sensación de invierno que encontré en buenos aires.
El gris, los árboles sin hojas, las casas calentitas, la melancolía que le va tan bien a esta ciudad.
Creo que me gusta porque estoy de visita.
Como en méxico la mayoría de los árboles no pierden las hojas en invierno y además suele haber un sol radiante a diario, no tengo sensación de invierno en invierno.
Aunque hace frío.
En realidad me parece que lo que no me gusta del invierno en méxico es que adentro de mi casa hace frío.
El gris, los árboles sin hojas, las casas calentitas, la melancolía que le va tan bien a esta ciudad.
Creo que me gusta porque estoy de visita.
Como en méxico la mayoría de los árboles no pierden las hojas en invierno y además suele haber un sol radiante a diario, no tengo sensación de invierno en invierno.
Aunque hace frío.
En realidad me parece que lo que no me gusta del invierno en méxico es que adentro de mi casa hace frío.
sábado, 5 de septiembre de 2009
Buenos Aires
uy, me acabo de dar cuenta de que hace varios días que no escribo.
Se ve que esto del viaje a argentina, sin darme mucha cuenta me tuvieron con la cabeza ocupada en los preparativos.
Pero bueno, finalmente, sábado a la tarde, después de una estrategia fallida para tener al lado un asiento libre en el tramo méxico-lima y una compañera con una campera muy voluminosa en el tramo lima-buenos aires, llegué a destino.
Madre y padre esperandome amorosos en ezeiza.
Almuerzo tardío (horario más mexicano que argentino) de simples, pero exquisitos tostaditos de pan árabe y torta de criollitas y quaker de postre. Manjar.
Siesta profuuuuunda (recuperando algo de lo que NO dormí en la noche).
Cena -bien argentina con toque brasileño - con amiga valu en su nueva casa donde la amargura por el resultado del partido no logró empañar la velada.
Y ya terminando el primer día en suelo patrio.
Lo lindo del principio de todo viaje - y aplica también en sentido amplio- es que queda todo por delante. Todas las puertas están abiertas y uno sólo tiene que decidir cuáles va abriendo. Las combinaciones podrían ser infinitas. Aunque después uno termine abriendo las mismas puertas de siempre.
Lo bueno es saber que todas están.
Se ve que esto del viaje a argentina, sin darme mucha cuenta me tuvieron con la cabeza ocupada en los preparativos.
Pero bueno, finalmente, sábado a la tarde, después de una estrategia fallida para tener al lado un asiento libre en el tramo méxico-lima y una compañera con una campera muy voluminosa en el tramo lima-buenos aires, llegué a destino.
Madre y padre esperandome amorosos en ezeiza.
Almuerzo tardío (horario más mexicano que argentino) de simples, pero exquisitos tostaditos de pan árabe y torta de criollitas y quaker de postre. Manjar.
Siesta profuuuuunda (recuperando algo de lo que NO dormí en la noche).
Cena -bien argentina con toque brasileño - con amiga valu en su nueva casa donde la amargura por el resultado del partido no logró empañar la velada.
Y ya terminando el primer día en suelo patrio.
Lo lindo del principio de todo viaje - y aplica también en sentido amplio- es que queda todo por delante. Todas las puertas están abiertas y uno sólo tiene que decidir cuáles va abriendo. Las combinaciones podrían ser infinitas. Aunque después uno termine abriendo las mismas puertas de siempre.
Lo bueno es saber que todas están.
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