sábado, 26 de febrero de 2011

De retomar, campeche y otros asuntos

Bueno, en realidad volví a bs.as, las obligaciones, la vida real... y me colgué, pero el viaje no terminó en Palenque.

Siguió, como este relato, que también sigue, en Campeche, que fue el siguiente destino y que también fue el primer parteaguas en mi estilo de viaje.
Hasta Palenque entablé conversación con bastante gente,  canadienses, americanos, mexicanos varios, un argentino, una india, intercambié direcciones de mail. Tenía ganas de charlar, de compartir, de escuchar y también de contar.

Como este canadiense que estaba pre-retirado y dividía su vida por estaciones: trabajaba los 3 meses de verano en canadá, descansaba los 3 meses de otoño también en canadá y en invierno, cuando el frío se hace insoportable en su ciudad- viajaba con su esposa por otros tres meses, los de invierno, para volver  en primavera, a descansar del viaje? antes del trabajo estival. Este año habían elegido méxico y guatemala, pero también habían estado en argentina y en china (pero no tres meses porque era muy caro).
O este chico argentino, músico, que tenía una banda con unos amigos (nueve integrantes en total!)  y llevaba algunos de sus discos encima. El remisero le pidió el cd de regalo y él no pudo negarse, así que a mí me tocó el librito. Chau Pekín se llamaba la banda.
O varias señoras gringas (americanas o canadienses tal vez?) de mínimo, pero mínimo, eh, 80 años, pelo blanco, frentes, sienes y manos bien arrugadas pero mejillas lisitas (como tenía mi abuela) con sus pantalones de montaña bien ajustados con cinturones por arriba de la cintura, sus zapatillotas blancas moviéndose en micro de un lado para otro... en méxico! Mis respetos a esas señoras.
O el ingeniero de baja california, guapísimo él, que viajó 4 horas de ida a toniná para llegar al sitio arqueológico cuando estaba cerrando,  rogó que lo dejaran entrar aunque sea 15 minutos para llenarse la vista del lugar y volvió a pasar otras 4 horas en la ruta de vuelta a san cristobal. Estaba fascinado con el méxico de chiapas, de raíces tan profundas, porque en su tierra natal las influencias del estilo de vida americano son tan grandes que en ocasiones se olvida uno que está en méxico.


Y así más historias. Algunas atractivas, otras no. Pero, para mí, siempre interesantes por el sólo hecho de ser historias de vida ajenas, conocer estilos de vida distintos, detectar diferencias culturales. Sorprenderme.

Sin embargo, a partir campeche, todo cambió. Tal vez quería disfrutar de los últimos días de soledad, antes de llegar a playa del carmen, donde me esperaban mis amigas? no sé, el hecho es que desde este punto en adelante, busqué el silencio. Y en campeche, sin duda, lo encontré.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Palenque

Selva y ruinas.
Una ciudad entera bajo la jungla chiapaneca.
Una pequeña porción de ciudad recuperada.
Un nombre español para la capital de B'akaal.
El rey Pacal y las tumbas faraónicas (en sentido figurado...y no tanto).
La losa de su tumba y una versión delirante de este rey en una nave espacial.
Palacios, templos, tumbas, un acueducto.

Un mundo maya que se intuye y que sorprende.



1. Templo del Sol

2. Templo de las Inscripciones


3. El Palacio

lunes, 14 de febrero de 2011

Espera un poco, un poquito más

El año pasado en buenos aires veía "para vestir santos", un programa de tv que me gustaba especialmente por los musicales que a veces intercalaban en algunos capítulos.


Hay uno (no lo pude subir, pongo el link http://www.youtube.com/watch?v=K1BfaLCDFiY)  el que cantan "la nave del olvido" de josé josé - un mexicano casualmente- que me cae justo para este momento  de aeropuerto, de mis últimos minutos de méxico.


Básicamente la parte me gusta es la que dice:


Espera,
aún la nave del olvido no ha partido
no condenemos al naufragio lo vivido
por nuestro ayer,
por nuestro amor, yo te lo pido.

Espera,
aún me quedan en mis manos primaveras
para colmarte de caricias todas nuevas
que morirían en mis manos si te fueras.

y el estribillo (claramente cantado a grito pelado)

Espera un poco, un poquito más
para llevarte mi felicidad
espera un poco, un poquito más
me moriría si te vas.

Sería lindo tener un poquito más. 
Pero las cosas se terminan. 
Otras empiezan. 
Y a su debido tiempo se volverán a terminar.
Yyo siempre querré, un poco, un poquito más.

sábado, 12 de febrero de 2011

Toniná

Ya hablé tanto del sitio arqueológico de Toniná que mejor unas imágenes que sigan hablando por sí solas.



El señor de la foto es H, un empleado del sitio, quien nos hizo una visita guiada improvisada a un chico de guadalajara y a mí, los únicos visitantes a las 8 y media de la mañana, tan temprano que todavía no habían llegado los guías del lugar.

Mientras descansábamos en el punto más alto del templo, H nos contó del levantamiento zapatista del 1º de enero de 1994. Por ese entonces H iba al colegio -  a la secundaria o a la prepa, no me acuerdo bien - en la ciudad de Ocosingo  y vivía en el campo, en las afueras de la ciudad. Nos contaba que en su pueblo nadie entendía demasiado qué estaba pasando, aunque escuchaban por la radio a los zapatistas que habían tomando la intendencia de la ciudad. No sé si el 2 de enero o el primer día hábil, él fue al colegio, como siempre, y en el camino le avisan que no siga adelante, que la ciudad estaba atrincherada por los enfrentamientos entre dos ejércitos: el zapatista y el mexicano. Dice que por muchos días se vieron manchas de sangre en las paredes - alguien las habrá limpiado o se habrán ido borrando o debilitando con el tiempo, no sé-. Hasta el 12 de enero se extendió el conflicto entre ambos bandos en el estado de Chiapas y durante ese periodo, fue en la ciudad de Ocosingo donde tuvo lugar  el combate más cruento, en la que hoy se recuerda como la Batalla de Ocosingo.
A la fecha se desconoce el número de caídos en Ocosingo - igual que en la masacre de Tlatelolco, aunque se podría saber, no se sabe.

Resultaron conversadores los chiapanecos.




jueves, 10 de febrero de 2011

Cabañas Kanwitznal

Por suerte no fue en el taxi ni en las ruinas donde pasé la noche, sino en las cabañas kanwitznal. Son unas cabañas bien rústicas (sin agua caliente por ejemplo), pero confortables, que tienen la excepcional particularidad de encontrarse en el medio de la nada a no más de 500 metros de la entrada al sitio arqueológico.



 (para más información aquellos para aquellos que se animen http://www.toninakanwitznal.com/ )

La otra gran cualidad que tiene es Yadira, la joven dueña del restaurante, que se encargó no sólo de que no muriera de hambre sino también de hacerme sentir a gusto, con una conversación amena pero nunca invasiva. Y su marido Alfonso, maestro rural, que amablemente me acercó al pueblo al día siguiente.
Chiapanecos de pura cepa.

El olor a campo, el sonido de los grillos, la ausencia de otras personas - tan poco común en méxico- y el hecho de llegar caminando a unas ruinas maravillosas y tan poco visitadas hacen de este lugar un secreto que se transmite de boca en boca.
Algún día llegará el turismo masivo, mientras tanto, guardemos el secreto!

martes, 8 de febrero de 2011

El Ocosingo que no fue

El siguiente destino iba a ser Ocosingo.
Un pueblito sin otro atractivo que ser un punto intermedio en la curvosa ruta entre San Cristóbal y Palenque y su proximidad a Toniná.

Toniná son unas ruinas mayas relativamente recién recuperadas, hace no más de treinta años (http://es.wikipedia.org/wiki/Toniná ). Esto hace que, a pesar de ser imponentes y muy atractivas, no sean todavía muy conocidas ni visitadas, lo que para los muchedumbrefóbicos nos resulta excepcional.

La idea era pasar la noche en Ocosingo para visita Toniná al día siguiente.
Sin embargo circunstancias tales como un retraso de dos horas en la hora de arribo debido a  una carretera bloqueada, el recuerdo de unos amigos recomendando enfáticamente unas cabañas al pie de las ruinas, el peso del bolso amarillo-la mochila grande-la mochila chica y una inesperada invitación a compartir un taxi me hicieron cambiar de idea casi al instante y aventurarme a pasar la noche en medio de la nada.

Y así fue como Ocosingo fue.
Y qué bien que estuvo !

viernes, 4 de febrero de 2011

Arrancando de nuevo

Y llegó la hora de dejar San Cristóbal de las Casas y el albergue de Bela, donde me alojé los primeros días. El lugar era muy cálido y estaba lleno de gente de pelos blancos, con excepción de un chico y una chica alemanes (que a pesar de su lozanía no bajaban mucho el promedio de edad, jeje) y yo, que ya tengo canas pero que me las tiño.




No deja de sorprenderme la gente que hace de la hospitalidad su forma de vida. Que les parezca natural compartir permanentemente su cocina, su sala, su jardín con desconocidos. Y que hasta lo haga con gusto.  A Bela no parecía molestarle, y eso se sentía en el ambiente. Tal vez por eso me costó partir.

Estuvo bien empezar el viaje con unos buenos "apapachos" , pero ya era hora de dejar el nido y seguir en el camino.

(n. de la r.= en mexicano apapacho viene a ser como un abrazo, un mimo, y es una palabra tan tierna...)

jueves, 3 de febrero de 2011

San Juan Chamula

En San Juan Chamula hay una iglesia, en la que se ha de haber celebrado el culto católico alguna vez, pero que desde hace mucho tiempo oficia exclusivamente de templo para ceremonias y rituales de la medicina maya.
En el templo no están permitidas las fotos.
Pero les puedo contar lo que vi.

Vi la nave central vacía y el piso cubierto de hojas de pino verdes.
Vi cientos de velas prendidas en sus veladoras, con sus llamitas titilantes, sobre mesas dispuestas en forma de U, al lado de las cuales, uno al lado del otro se alineaban los santos.
Vi imágenes de santos con las manos cortadas porque no habían hecho milagros. No se estaban portando bien.
Vi santos con espejos colgando para que reboten las injurias y los malos deseos de quienes se enojan con ellos.
Vi santos tan fuertes que no necesitan espejo, porque no hay poder humano que pueda dañarlos.
Vi la imagen de jesús, más chiquito, abajo y a la izquierda de la de san juan bautista.
Vi gente arrollidada entonando cantos gregorianos en un idioma que no era latín, ni español.
A una mujer pegando velitas en el piso, de distintos colores y tamaños.
Una gallina viva sujeta por las alas siendo desplazada con movimientos rítmicos por encima de las velitas
Vi a a la misma gallina muerta todavía sacudiéndose con espamos involuntarios (pero no vi cuando le torcieron el pescuezo porque aparté la mirada).
Vi a un hombre, una mujer y un chico tomando una bebida blanca, por turnos, de una pequeño vasito.
Vi a esta mujer vestida con una falda de lana burda y negra pagarle cincuenta pesos mexicanos a un hombre vestido con túnica blanca sobre su pantalón oscuro.

Todo esto y mucho más vi.
En San Juan Chamula.

martes, 1 de febrero de 2011

Zinacantán

Yo pensaba que las tortillas de maíz no me gustaban.
Hasta que probé las que hacía esta señora de una comunidad maya en el pueblo de zinacantán.





Y me di cuenta que sí me gustaban, pero claro, las caseritas caseritas.