Fin de año en la Selva Veracruzana

Hasta allá nos fuimos a pasar fin de año, en una organización express un par de días antes de salir -en el destino original al que queríamos ir no había lugar, lo que nos obligó a buscar uno nuevo - cosa que terminó resultando en agradable sorpresa.

El destino final fue entonces Jalcomulco, un pueblito cerca de Xalapa -la capital del estado de Veracruz - cuya principal atracción son unos ríos muy buenos para practicar rafting.

Partimos el martes 30 a la tardecita y pasamos la noche en Xalapa. Una ciudad muy amable, con desniveles, lindas callecitas y un espíritu de pueblo que se percibe en cuanto una la recorre un poco.

Al día siguiente, sí llegamos a las cabañas que estaban en Jalcomulco. El pueblo es diminuto, pero muy prolijo, muy colorido.



La vegetación de la zona es selvática (nos hizo acordar un poco a la selva tucumana), es zona de mangos, café y caña de azúcar. Las cabañas muy lindas, rústicas, pero bien cuidadas. Aunque no se podía acceder, estaban al lado del río, lo que significaba un sonido de fondo naturalecístico muy agradable y una humedad considerable (no tan agradable).





Por supuesto hicimos rafting o bajada de río. Fueron cerca de 3 horas, bajando 18 km por el río Pescados. Como el nivel del río estaba bajo, la corriente no era muy fuerte, pero sí sobresalían muchas rocas que hacían que la técnica del guía fuera importante para sortearlas sin quedarnos encallados ni caernos al agua. Los paisajes eran hermosos, los rápidos divertidos (una vez que pasa el susto con el primero) y el agua congelada (no obstante lo cual, me tiré a nadar en DOS ocasiones).


(esos no somos nosotros, pero como no tenemos fotos...hagamos como que sí somos).

También hicimos tirolesa ( son líneas de acero entre plataformas en altura). Estas eran 400 mts de líneas, divididas en 5 tramos, que se bajan en...poquísimos minutos !!!! es todo muy rápido ( y más si no te sale frenar, como a mí, je je).


Por último hicimos bicicleta de montaña, un poco primitivo, porque no nos llevaron por senderos en la montaña, si no cuesta arriba por un camino que no llevaba a ninguna parte ( en realidad sí, a un pueblo, pero mucho más allá de mis posibilidades físicas) que terminaba cuando uno se cansaba (bien rápido, considerada la pendiente del camino) y pegaba la vuelta.
Eso sí, la bajada alucinante.

El resto del tiempo, comimos, tomamos, tomamos, comimos.
Y así, con algunas ronchas y algún kilito de más, retornamos al DF.
Felices y en un nuevo año.