(para más información aquellos para aquellos que se animen http://www.toninakanwitznal.com/ )
La otra gran cualidad que tiene es Yadira, la joven dueña del restaurante, que se encargó no sólo de que no muriera de hambre sino también de hacerme sentir a gusto, con una conversación amena pero nunca invasiva. Y su marido Alfonso, maestro rural, que amablemente me acercó al pueblo al día siguiente.
Chiapanecos de pura cepa.
El olor a campo, el sonido de los grillos, la ausencia de otras personas - tan poco común en méxico- y el hecho de llegar caminando a unas ruinas maravillosas y tan poco visitadas hacen de este lugar un secreto que se transmite de boca en boca.
Algún día llegará el turismo masivo, mientras tanto, guardemos el secreto!
3 comentarios:
No había cucarachas en esa cabaña en el medio de la nada ???? o es que ellas solo viven con nosotros en la ciudad????
no, no, cucarachas ni una...arañas, varias.
Yo guardaré el secreto...................pero QUÉ ENVIDIA!
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