Se va terminando no más...

...el pobre y vapuleado 2009.

Para mí, un año inolvidable.

El año en el que descubrí que existía una vida afuera de la oficina.
Que de lunes a viernes de 9 a 18 se pueden hacer un millón de cosas.
Tomarle el gusto a levantarme temprano y desayunar tranquila, en pijama, leyendo el diario por internet.
Cambiar el auto por la bicicleta,
Comprar la fruta y la verdura en el tianguis de los martes,
Explorar la infinidad de cursos que se dictan en los centros culturales.
Conocer gente que vive en lugares impronunciables
y que toman muchos medios de transporte público para llegar a esos cursos. Siempre con una sonrisa.
Descubrir la emoción de revelar e imprimir fotos blanco y negro en el laboratorio.
Trabajar la paciencia que necesita una pieza de cerámica para que de todas formas no te quede como vos querías.
Darme cuenta que el portugués me resulta más dificil de lo que pensaba.
Aprender que no hay arte sin reflexión. V
Volver a tener ganas de escribir.
Leer, leer y leer.
Mirar muchas series de TV - y casi casi no poder vivir ya sin tivo.
Redescubrir el gusto por la cocina,
aprender a hacer empanadas con masa casera,
y pascualina,
y pastel de papas
y tortilla de papas,
muchas cosas que se comían en mi casa,
y ver que me salen bien.
Descubrir el gusto por la repostería, que jamás pensé que tendría.
Animarme a conocer gente nueva.
Tener nuevas amigas.
Tener mucho tiempo para pensar.
Tener mucho tiempo.
Almorzar con amigas un martes, o un jueves, o un lunes, sin tener que correr para volver al trabajo.
Encontrar la fórmula de la felicidad
No saber cómo aplicar la fórmula de la felicidad.
Hacer voluntariado en proyectos ajenos una vez por semana
y admirar lo increíble que sería tener un trabajo de una vez por semana.
Viajar sin contar los días de vacaciones que estás usando.
Sincerarme.
Sentir la incertidumbre.
Poner todo en duda.
Terminar el año con muy pocas certezas
y con la esperanza de que este año sabático sea el primero de mi vida, pero no el último.