El domingo pasado, después de mucho insistirle, mi muchacho accedió (sin demasiada garra) a acompañarme a Xochimilco, un lugar al sur de la ciudad, característico por tener canales - como los de nuestro Tigre bonaerense -por donde circulan unas especies de botes llamados Trajineras.
Estas trajineras salen de cada uno de los 9 embarcaderos que hay en la zona. Nosotros elegimos el embarcadero "Cuemanco" que estaba un poco más cerca que el resto y que atraviesa una zona de la reserva ecológica, cosa que nos resultó bastante atractiva.
Llegamos sin perdernos ni un poquito....y el piloto no se puso nada nervioso (bien !!! un avance !!!), estacionamos el auto en un estacionamento inmmmmmeeeenso y llegamos a la zona de las trajineras, que son ALUCINANTES !!!!. Son todas coloridas, tienen una larga mesa con sillas ( la comida siempre presente), una pequeña proa, donde nos pasamos la mayor parte del tiempo, y son traccionadas a fuerza de empuje por el trajinero ( clavando un palo en el fondo del canal, y empujando para mover el bote).

Las trajineras se alquilan por hora y depende del tiempo, es el recorrido por donde te llevan. Además encima del bote te suben un balde con bebidas, que después se cobran según consumo. Y como yo había llevado sanguchitos, cerró todo perfecto.
Los canales son parecidos a los del Tigre, pero a los costados no hay casas ni vegetación de delta, sino "chinampas" que es "un sembradío artificial común de Mesoamérica, por medio del cual se gana terreno a las superficies lacustres a través de la construcción de islas artificiales en los bajos del lago. Esta técnica de cultivo permite la filtración del agua por todo el subsuelo poroso, manteniendo una humedad uniforme. La carga del producto cultivado se transporta al mercado por medio de canoas llamadas trajineras, que están al lado de la chinampa".
También vimos una que otra vaca y varias garzas.

En los canales más grandes y en los embarcaderos más alejados de la zona ecológica también hay botes que venden comida, y hasta mariachis que te ofrecen sus canciones. Pero de eso sólo vimos un poco, al final del recorrido.
Y así, entre la paz del remo moviendo el agua, la vista al cielo, y el sol de frente, se nos pasó la tarde.

Y felices y relajados volvimos a la ciudad, ya pensando en nuestra próxima vez en Xochimilico.